jueves, 13 de julio de 2006

Las cosas por su nombre : FJL

A pocos que estén al tanto de lo que ocurre en España se les habrá escapado del radar político el nombre de Federico Jiménez Losantos. Como el público a quien esto va dirigido está puesto de sobra en el tema, obviaré lo que sería una tediosa introducción sobre el quién, dónde, cómo y por qué. Voy directo al grano.

Lejos de haber sido ahogado hace tiempo en la montaña de excremento que defeca a diario desde su minarete radiofónico, como debería ocurrir en una sociedad cuerda y justa, la Cosa, todo feliz, sigue actuando de imám de la ultraderecha. Y veo en los periodicuchos prensacionalistas que cada día se gastan más litros de tinta sobre esa desgracia de personaje grotesco y nocivo. ¿Al fin, la reacción de una sociedad injuriada, ultrajada y violentada? ¿Algo de sentido común? Un llamamiento a perseguirle por las calles con antorchas y palos, y colgarlo en el campanario de la plaza del pueblo, junto con los obispos y sacerdotes que le alimentan, y los que se guían políticamente por sus palabras. ¿Algo de eso?

Nada. Nada de nada de nada. Tímidas y suaves "protestas" por sus "insultos", "lamentos" de que las cosas estén como están...

Mierda. Mierda de cultura de borregos. Obedientes, tranquilos, dóciles. Mierda y más mierda. Mansos, sumisos, súbditos. Toneladas y toneladas de mierda. Encogidos, pusilánimes, asustados.

Incapaces de decir las cosas por su nombre. En su contra, le llaman "talibán de sacristía". ¿¿Pero esto qué es?? ¿Qué carga connotativa tiene la palabra "talibán"? ¿A quién le revuelve las tripas oirla? ¿Qué potencial emotivo puede tener un verso octosílabo con tan buena melodía? Joder, es hasta simpática la frase. Craso error. Así, no.

Las cosas por su nombre:

Se lo puede llamar excremento putrefacto, carroña pestilente, esputo de bilis infecto, fétido y pútrido desecho de bastardo comemierda. Eso sí.

Se lo puede llamar cretino demente, maníaco desequilibrado, fantoche perturbado, fascista furioso y delirante. Eso también.

Se lo puede llamar radio-terrorista, evangelista nazi, telepredicador, regurgitador de propaganda. ¿Por qué no?

Se puede decir que a diario su garganta-cloaca defeca excremento cerebral, vil inmundicia oral, viscosa y pestilente, que corroe y carcome mentes y almas. Sus palabras, como termitas, como gusanos, mastican, consumen, devoran las mentes podridas de borregos y energúmenos de su calaña. Y a los demás, todo esto nos salpica como una lluvia de mierda, como una ola de pus y entrañas putrefactas, al sonido de gárgaras de vómito.

Y se llama a sí mismo "periodista"...
Qué peor insulto para los periodistas de verdad.

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